Del rescate de los bancos al Fobaproa
La
Banca Múltiple, que nace a instancias del gobierno en 1976, curiosamente por firma
del secretario de Hacienda en aquel entonces, José López Portillo, llegó a acumular
un inmenso poder político y económico, en donde sentían que nadie y los podía
frenar.
Empero,
el mismo que los crea, ya como presidente de la República, José López Portillo,
en 1982 nacionalizó a la banca con el
fin de "frenar las tendencias monopólicas" e impedir que el futuro
económico del país estuviera en manos de unos cuantos.
Sin
embargo, el 1º de mayo de 1990, el presidente de la República anunció que
privatizaría la Banca. Esta vez no se volvía a la situación que prevaleció
hasta 1981, donde la Banca era una concesión del Estado. Ahora se iba más allá:
se privatizaba.
Ese
mismo mes, pero el día 17, el secretario
de Hacienda, Pedro Aspe, anunció que el gobierno se desprendía de la Banca
porque no se justificaba que el Estado poseyera esos cuantiosos recursos
"mientras exista la incuestionable e impostergable obligación de dar
respuesta positiva a las enormes necesidades sociales".
Un
sexenio después a esa banca que se enriqueció, el presidente Ernesto Zedillo
los rescata endeudando por generaciones al pueblo mexicano.
El
Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), y su sucesor Instituto para
la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), convirtió las pérdidas económicas de los bancos privados
en deuda pública, con momentos estratosféricos que se siguen cubriendo.
Este suceso se ha convertido en el mayor desfalco monetario al país en los
últimos tiempos, llamado también el fraude o el robo del siglo, ha sido un
ejemplo claro de cómo el gobierno federal mexicano es altamente vulnerable a
los intereses privados, y al mismo tiempo, un enorme negocio de las cúpulas de
poder.